Cosecha y selección
El punto de madurez se decide con paciencia: cerezas rojas en café, mazorcas doradas en cacao. La selección manual evita defectos que más tarde amplificaría la tostión.
En Intermático exploramos la intersección entre dos mundos aromáticos: el café y el cacao. De la semilla al sorbo, del terroir al tostado, trazamos una cartografía íntima y extensa de sabores, texturas y memorias. Este sitio es un compendio abierto: una invitación a leer lentamente, a mirar de cerca y a comprender cómo manos, climas y suelos definen cada taza y cada tableta.
El café es una partitura de contrastes. En su amargor habita una dulzura contenida, y en su acidez se enciende un brillo que despierta la memoria del fruto. Cada origen dibuja una geometría sensorial distinta: florales livianos en Etiopía, chocolates densos en Brasil, frutos rojos juguetones en Colombia. La tostión, como un editor de matices, abre o silencia capítulos: desde notas de bergamota y té negro hasta capas de caramelo tostado y nuez.
Preparar café es una artesanía de variables finas: molienda, temperatura, turbulencia, relación de extracción. Un pequeño desvío de segundos o grados reescribe el final del sorbo. Por eso, cada taza es un presente irrepetible, una conversación entre agua, tiempo y grano que sólo sucede una vez.
El cacao es terrenal y voluptuoso. Su pulpa blanca, casi floral, protege semillas que al fermentar revelan un abanico de posibilidades: frutas tropicales, miel oscura, especias, madera dulce. La transformación en chocolate es un ritual de precisión: fermentación que ordena, secado que afina, tostión que despierta, conchado que pule. Cada etapa talla el perfil final y deja huellas indelebles en la textura y el retrogusto.
Como el café, el cacao es geografía comestible. Parcelas pequeñas, biodiversidad aledaña y prácticas de cosecha definen resultados únicos. En tabletas bean-to-bar resuena la voz de la finca: clara, honesta, sin disfraces excesivos, donde el azúcar sólo acompaña y nunca dirige.
El punto de madurez se decide con paciencia: cerezas rojas en café, mazorcas doradas en cacao. La selección manual evita defectos que más tarde amplificaría la tostión.
En fermentaciones controladas emergen aromas precursores. El secado lento estabiliza azúcares y ácidos, y preserva la integridad estructural del grano.
El calor no sólo cocina: también revela. Perfiles ligeros enfatizan brillo y florales; perfiles más profundos convocan caramelos, cacao y frutos secos.
En café, la extracción define claridad y cuerpo; en chocolate, el templado alinea cristales para lograr quiebre limpio y brillo sereno.
Honramos a quienes cultivan. La trazabilidad no es un adorno técnico: es una relación de cuidado y transparencia que devuelve dignidad al precio y sentido al consumo.
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